un bar preferido, un partido semanal con los del hostal.
No es mentira cuando respondo: “Bien, todo va genial”,
cuando la gente me pregunta: “Fer, ¿Qué tal?”.
Ahora soy otro inmigrante, apretando los dientes,
aún no tengo trabajo, pero tengo esperanzas siempre,
aunque toda la gente diferente que me encuentre,
me diga a todas horas que esta ciudad quema a la gente.