No tengo el corazón roto, está reconstruido,
arráncamelo y sácale una foto.
Observa la cicatriz, clávame otra flecha, perra, mientras
a los niños les da por perseguir el mar en un vaso de ginebra.
Pongamos que hablo de morir, de amor y tu me resucitas,
que yo te rapeo bajito al oído y tu te excitas.
Así llegamos a adultos, envejecemos juntos
y morimos despacio, saboreando los minutos.